miércoles, 9 de marzo de 2011

CUARESMA...
La Cuaresma es un «tiempo fuerte» que la comunidad cristiana debe vivir intensamente.
Su proceso es muy claro: preparar la Pascua del Señor y nuestra propia Pascua.
La Iglesia entera, pero en concreto cada «iglesia particular» se suma en este tiempo a la Pascua de Cristo con particular atención. Se incorpora al paso que El da a la nueva vida, que es vida-para-Dios (Rom 6).
Por eso, la Cuaresma es llamada a la conversión. Y revivencia del Bautismo, que fue nuestra primera incorporación a la muerte y resurrección de Cristo. Y lucha contra el pecado. Y paso por el «desierto». Y, en definitiva, resurrección a una nueva vida en y con Cristo Jesús.
Los medios para todo este programa espiritual son los clásicos, aunque siempre válidos:
-         La oración: o sea, la meditación de la Palabra de Dios, la oración personal y comunitaria; sobre todo la celebración de la Eucaristía y del sacramento de la Penitencia… La oración nos sitúa decididamente cara a la Pascua de Cristo, dando dimensión cristiana a todo lo que hagamos estos días;
-         El ayuno: con lo que representa de renuncia a las tendencias a las que continuamente nos estimula esta nuestra sociedad de consumo; un ayuno adecuado, pero eficaz, puede recordarnos oportunamente la relatividad de la vida de los sentidos, y la preeminencia en los valores del espíritu;
-         La caridad: que es el núcleo de la vivencia cuaresmal: incorporarse a la Pascua de Cristo significa imitar su actitud fundamental de Pascua, que es la entrega de Siervo a favor de los demás.
Todo esto es tarea de cada cristiano.
Pero también tiene que notarse a nivel colectivo: una oración de la comunidad cristiana que sea más fervorosa y preparada en este tiempo; un ayuno que tenga también la dimensión comunitaria; una caridad que caracterice y exprese la renovada conversión de un grupo de personas que se preparan para la Pascua.

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